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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Hay que regular las carreras populares?

La exigencia de certificados médicos podría reducir los casos de muerte súbita de corredores no profesionales

Rosario G. Gómez
Participantes en una carrera en Madrid.
Participantes en una carrera en Madrid.CRISTÓBAL MANUEL

Primero se llamó footing y ahora es el running el deporte que mueve masas en el mundo occidental. Es sencillo y barato; no requiere entrenamientos complejos ni exige pagar cuotas en un gimnasio; se puede practicar a cualquier hora, en el campo o en la ciudad. Es también una actividad democrática: no discrimina por razón de edad, sexo o condición social, y su mejor reclamo son las carreras populares, abanderadas de manera frenética por los Ayuntamientos. En Madrid, por ejemplo, las convocatorias son infinitas: desde la minimaratón solidaria de Reyes hasta el Cross del Rector de la UNED, pasando por el Trofeo París o la Carrera por el Camino de la Vida y la Muerte, dedicada a los caídos por la libertad de Lituania.

La moda del running ha llevado a miles de personas a calzarse las zapatillas sin valorar suficientemente el esfuerzo que este tipo de pruebas requiere. En los últimos meses, este deporte se ha teñido de luto en España. En abril, dos corredores (de 45 y 57 años) que participaban en el maratón Vías Verdes de Ojos Negros, en Castellón, fallecieron repentinamente. Uno de ellos cayó a plomo en plena prueba y el otro murió poco después de concluir el recorrido. En mayo, el Medio Maratón de Gijón Villa de Jovellanos se cobró la vida de otro atleta de 36 años. Son ejemplos de un drama que no cesa, como demuestran los datos de la Sociedad Española de Cardiología, que contabiliza anualmente más de un centenar de muertes súbitas a causa del deporte.

Estas terribles estadísticas han reabierto el debate sobre la necesidad de controlar el estado físico de los participantes. Algunos expertos han propuesto que la inscripción vaya acompañada del correspondiente certificado médico y que se legisle para poder prohibir que tomen la salida quienes no aporten esta documentación. Un certificado cardiovascular, acompañado de un electrocardiograma y un examen de esfuerzo, pueden contribuir a reducir la cifra de muertes en las carreras populares.

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También se podrían recortar si muchos deportistas no aplicaran al pie de la letra el lema de Bill Bowerman (“nadie recuerda el nombre del que llega segundo”). A este entrenador de atletismo de la Universidad de Oregón (Estados Unidos) y uno de los fundadores de la marca Nike, bien podría colgársele la etiqueta de “padre del running”. A mediados del siglo pasado llevó a su equipo a competir contra un equipo de Nueva Zelanda, un país donde la gente de la ciudad corría solo por placer, desinteresadamente, sin retos. Importó la idea y su éxito se extendió por todo el planeta.

Presidentes de Gobierno, estrellas de la canción o líderes empresariales no ocultan su afición por correr. En su visita a Barcelona en el marco del Mobile World Congress, el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, atravesó a buen ritmo el trayecto entre la Sagrada Familia y el Castillo de Montjuïc. Y, por supuesto, colgó su sesión de ejercicio en la famosa red social.

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